Perdoname Dios, pues sigo fallando...

Hay que recordar que servimos a un Dios que no sólo es misericordioso, pero que también entiende, se identifica y se compadece de todas nuestras debilidades (Hebreos 4:15). Dios no nos ama más cuando somos "buenos", ni nos ama menos cuando somos "malos o pecadores". Dios es amor; y él nos ama tal como somos. Aferremosnos a esta verdad la próxima vez que estemos siendo abrumados por la tentación - tal como el apóstol Pablo lo hizo hace 2000 años.